martes, 27 de enero de 2009

Palma hoy mejor que ayer...

Palma (la anteriormente conocida como Palma de Mallorca) ha sufrido una profunda transformación en los últimos meses.
Tomando como referencia la imagen que se tiene en el exterior de nuestra ciudad, observamos dos curiosos estereotipos que en nada nos han beneficiado y que sin embargo han sido alimentados por intereses económicos de unos pocos.
Por un lado, observamos un absoluto desconocimiento de nuestra existencia en el extranjero donde se asocia a nuestra ciudad y a nuestra Isla con la fiesta, el desmadre y la cerveza. Efectivamente, tenemos la vergüenza y debemos admitirlo, de haber fomentado esta imagen al turismo, especialmente el germano que, sin embargo, está muy localizado en pequeñas zonas de nuestro litoral. Igualmente debemos destacar que gran parte del turismo europeo que visita nuestra isla, especialmente el germano y el británico, ha aprendido más de nuestra cultura de lo que nosotros hemos sido capaces de ofrecerles, por lo que no es extraño encontrar guías editadas en otros países, que hacen palidecer de envidia a nuestras más ilustres ediciones.
Por otro lado vemos que en nuestro país se confunde sistemáticamente términos como Mallorca y Palma. No es extraño encontrarnos con noticias, en los telediarios con tales confusiones, viendo imágenes del temporal en Andratx subtituladas con la noticia “Fuerte temporal de viento en Palma de Mallorca”.
Pero la culpa de toda esa desinformación debemos buscarla en nosotros mismos. Es común la afirmación de que la sociedad palmesana y la mallorquina por extensión es contraria a los cambios y conservadora por excelencia. No es extraño que muchos, por intereses políticos, hayan fomentado esta ilusión que no es cierta. La sociedad insular ha sabido adaptarse a los cambios desde que la historia es historia, no debemos olvidar que residimos en el viejo Mediterráneo, cuna de civilizaciones , muchas de las cuales tuvieron a nuestras Islas como objetivo estratégico. Un paseo por nuestra ciudad, por el antiguo “call”, por los “baños árabes” o por la tipología de las calles, nos dará cuenta de esta realidad que hoy la encontramos reflejada en nuestra sociedad y últimamente en la oleada inmigrante. Hemos sido cuna de “germanies”, de protestas absolutistas e incluso de reyes.
Palma ha vivido en estos días unas celebraciones patronales diferentes en concordancia con la imagen de ciudad abierta y cosmopolita que debe ser. Sin olvidar que el origen de tal celebración fue la milagrosa visita de las reliquias del mártir, en el siglo XIV, que puso fin a una de los más duros brotes de peste que vivió nuestra ciudad, Palma hoy, después de casi siete siglos de tan oportuna gracia, incorpora fiesta, cultura y participación ciudadana a lo que debe ser una celebración.
Han sido unas semanas intensas que, aunque oficialmente empezaron con el pregón, realmente dieron su pistoletazo de salida con las fogatas de San Antón y su simbólica victoria contra el mal y terminaron con un espectáculo de música y fuego, amenizado con “demonios y bestias” que recordaron de alguna forma antiguos ritos paganos, de los cuales nunca debimos olvidarnos.

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