jueves, 8 de julio de 2010

Pan y Circo

Debo confesar que hasta ayer mismo desconocía quien era el dorsal siete de nuestra Selección, díganme ustedes raro (y permítanme que no les tutee), pero me sorprendió ver que, de un día para otro, se había desatado una fiebre roja por las calles de mi ciudad y todo el mundo lucía orgullosamente una camiseta rojilla y engalanaba sus balcones con la bandera rojigualda, cual orgullo patrio de agrio recuerdo.

Hoy mismo escuchaba en una agencia de noticias la mención a la teoría “futboleconómica”, que asegura que la euforia futbolística puede hacer crecer el PIB de un país, ya que la felicidad y el optimismo produce gasto y su resultado es más movimiento económico. Vemos como las agencias de viajes se frotan las manos vendiendo sus billetes, a la final por el módico precio de cinco meses de sueldo mínimo y como felices ciudadanos acuden a adquirirlos luciendo, como si de una maravillosa ganga se tratase, de una maravillosa réplica del balón original del mundial, cortesía del señor Díaz Ferrán de turno.

La situación es tan idílica que no he podido evitar acordarme de aquellos emperadores latinos que, ante una situación de crisis, de la cual dependía su situación y su cabeza, convocaban “juegos círquense” en toda “La Roma Civilizada” . Aquél entretenimiento de masas, junto al reparto gratuito de pan durante los días fastos, aseguraba un enfriamiento de la situación que, solucionaba en muchos casos, la crítica situación, dando un alivio al Emperador. Para mas INRI lo rematan con una campaña mediática que nos presenta a nuestros jugadores cuales gladiadores de una época no definida, o el remate de pasar el famoso video de la película “Gladiator” con arreglos nacionales.

Pues piensen ustedes lo que quieran, pero si estos días nos van a devolver cierta cuota de optimismo y felicidad, pues bienvenidos sean y yo, por si acaso, y sin que sirva de precedente, pienso pasarme parte del domingo viendo el futbol…

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